¿Qué es, entonces, eso que salva o da sentido al poema? Que nadie busque formalismo en Montalbetti, que domina la forma. Eso que anda y vincula con el mundo se lleva bien con el peso de las palabras y hasta con las palabras más pesadas como corazón, que aparece siete veces y no en cualquier corpus, sino en este especialmente compacto. Serpiente pedregosa el poema, lo que lo salva, leemos en el> ensayo ya mencionado, puede pasar también por una fricción, una agramaticalidad o su contrario, una lexicalización trillada, incluso por un ripio -el más crudo invierno-, por la riqueza mineral, peruana, vai ejiana o vareliana de un ripio. La contingencia, se diría, no necesita nutrientes: está Sin embargo cuántas veces seguimos escuchando la cantilena del poema puro y su contracara, el poema de circunstancia; de cuántos vanguardistas nos llegan, en la rutina de los días, sus tentativas de poetizar sin derrape, sin vulgata, como si escribir fuera sinónimo de esquivar, y a la vez cuántas veces asistimos a lo contrario, a la proclamación de lo improvisado por la vía de la circunstancia más banal. La poesía de Montalbetti no tiene interés en defender ninguno de los términos de esa oposición; los ignora, tampoco podemos satisfacer aquí a las hinchadas de lo visceral y de lo intelectual, a menos que acepten juntarse.